El mapa de Bariloche, ciudad de la provincia de Río Negro, la ubica sobre la costa meridional del lago Nahuel Huapi, a la entrada de la Patagonia. Esta privilegiada posición la convierte en destacada anfitriona de quienes visitan este insólito territorio, en la región austral argentina.La bisoña San Carlos de Bariloche, fundada en 1902, parece una ciudad envuelta en celofán. Por mucho que la mirada curiosa del visitante intente encontrarle signos de vetustez o deterioro, sus esfuerzos resultarán infructuosos, no obstante, quedará sorprendido por el esplendor de su paisaje, inmerso en un ecosistema diferente.La distingue una atractiva arquitectura de viviendas techadas en chapas multicolores, con vistosas fachadas, donde la madera y la piedra se combinan, para darle un sello de particular elegancia. Bariloche está acuñada por una antigua historia sociocultural, cuyos orígenes se remontan a unos 10 000 años atrás. Sus cimientos fueron levantados por poblaciones aborígenes, como los tehuelches, los puelches del lago Nahuel Huapi y algunos grupos araucanizados, que se asentaron a la vera de sus aguas. A ellos, por ser los primeros en la región, les tocó el honor de bautizarlo con ese nombre nativo que significa (Isla del Tigre). Los viajeros que la exploraron en sucesivas incursiones transfirieron a la humanidad sus experiencias sobre aquellas etnias. Sin dudas, su tránsito por estas tierras cimentó una cultura sólida que perdura, no solo en las vitrinas de los museos, sino que palpita en numerosos episodios de la historia contemporánea de los pueblos patagónicos y en otras regiones próximas.
NAHUEL HUAPI, TRIBUTO A LA VIDA
NOS HABLAN LOS ÁRBOLES
Cada recodo de la ruta lacustre despierta la curiosidad del visitante, y la proximidad a tierra aviva las expectativas. Por ello, durante la corta escala en Puerto Anchorena, en la Isla Victoria , el interés de todos lo ocupa la plantación de araucarias araucanas, árbol nacional de Chile, del género conífera. Sus frutos o piñones de alto valor nutricional, durante siglos, fueron la base de la alimentación de los pueblos originarios. Su condición de especie nativa hace que la araucaria crezca en muy pocos rincones de la Tierra , y son consideradas fósiles vivientes de la época mesozoica, lo cual les confiere el linaje de un respetado abuelo de medio milenio de edad, y un crecimiento superior a los veinte metros de altura. En un recodo del Parque esa ventaja permite que se enseñoree entre sus similares. Los miradores naturales apostados a lo largo del sendero son las ventanas del bosque, mientras otro sector conduce al Seccional de Guardaparques, en una edificación armónica con el entorno agreste. Los pinares ceden territorio a manzanos y perales adaptados a condiciones de un terreno ajeno, y hacia el lado opuesto, la cabaña merendero, de humeante chimenea, se refleja rústica en las aguas del lago. Es un lugar de encuentro tras vencer la escalonada pasarela del el bosque, que invita a un chocolate hirviente o a consumir un menú bien elaborado, de platos tradicionales patagónicos.
LA ISLA VICTORIA Y SU BOSQUE DE ARRAYANES
CONTINÚA LA NAVEGACIÓN
La otra aventura comienza a bordo del catamarán Victoria Argentina, con lugar de embarque en Puerto Pañuelos y destino Puerto Blest y Cascada de los Cántaros. Tras navegar varias millas y poco antes de llegar al primer trampo del viaje, a estribor se va divisando el islote Centinela, que guarda los restos del doctor Francisco Pancracio Moreno (1875), para todos el Perito Moreno, investigador consagrado de la región patagónica, de sus pobladores indígenas, cuyo nombre se otorgara al famoso glaciar de El Calafate, y a uno de los parques en la provincia de Santa Cruz. El abogado Moreno intervino en estudios jurisdiccionales entre Argentina y Chile y por sus resultados en la delimitación de fronteras, y en sus exploraciones en estos parajes, recibió unas tierras de manos del gobierno de turno, que a su vez donó en 1903 para la creación de la primera área protegida del país, fundada en 1934. El tiempo a bordo de la embarcación es aprovechado para ese contacto que vence las barreras idiomáticas, y entonces estallan las anécdotas, se intercambian las tarjetas de presentación y se formalizan compromisos para la noche libre. Y de esas reuniones previas al desembarco surge el líder del ocasional grupo. Muchos de los vacacionistas son reincidentes en esta aventura y esa circunstancia es considerada por los novatos, a la hora de desembarcar en la isla.
Tres pitazos de las embarcaciones que reconocen el saliente costero en esta vía fluvial, rinden tributo al Perito Moreno, el eminente escribano que ingresó en la galería de los grandes de la historia argentina y del continente sudamericano. Nos vamos acercando lentamente, y de manera espontánea se acalla el bullicio, solo se escucha la proa de la embarcación dejando una espuma en V tras su avance y una fuerte brisa que anuncia la presencia de un duro otoño. En ese momento los turistas salen a las cubiertas exteriores del barco, toman fotos, y a modo de un homenaje personal permanecen en silencio hasta alejarse de la tumba del Perito. El Brazo Blest, que conduce a ese muelle ocupa el extremo occidental del Nahuel Huapi, y está custodiado por dos cerros: el Capilla y Millaqueo. Ambas elevaciones muestran sus cumbres nevadas y forman un curioso contraste con el verdor de sus laderas y con el tramo boscoso costero que aparece poco antes de que la nave haga la maniobra de atraque en este otro circuito del parque. En medio de ese paraje, un romántico espectáculo lo regala la Cascada Blanca , que lánguida se derrama cuesta abajo por su lecho de piedras. A medida que el barco se va acercando reduce la velocidad de sus máquinas y es el momento en que los turistas toman la mejor instántanea. Luego va quedando atrás el salto, en su brotar ininterrumpido, y en abierta lid con las primeras manifestaciones de una tímida congelación otoñal. Cuando se retoma el rumbo comienzan a perfilarse las Islas Mellizas, y pronto sus dimensiones se van haciendo más diáfanas, en un entorno fluvial que marca 464 metros de profundidad, la mayor en el lago de aguas verdes, debido a la mezcla de sedimentos del glaciar. El sol se muestra insolente, sube unos grados la temperatura, y aunque estemos en otoño el paisaje exhibe los colores de una postal tropical. El muelle está a la vista y la guía anuncia que en minutos se efectuará el desembarco. Es un día con bajas temperaturas, pero gratamente soleado. Se navega por aguas apacibles y con vientos alisios. Comienza la maniobra de atraque en el cómodo muelle y algunos tienen que apurar su taza de café, en tanto otros lo hacen con un energizante chocolate.
CASCADA DE LOS CÁNTAROS
Una vía escalonada atraviesa la selva valdiviana, donde encontramos una vegetación frenética, en la que domina el coihue y el alerce. Los árboles van alternando con otras plantas que forman una alfombra multicolor de florecillas del bosque, junto a los musgos y caprichosos hongos, lo cual certifica la pureza del ambiente. Un imponente alerce de más de 150 años se ha ganado el epíteto de “el abuelo”, porque cuando nacieron los cipreses, los taiques y las lianas, ya "el abuelo" había tramado su destino en esta selva valdiviana.El aire oxigenado ahuyenta la fatiga y relaja el espíritu, que se explaya incontenible. Se alza el misterio en medio de la voz de un bosque, que todos respetan, disfrutan y agradecen como regalo a la naturaleza.Los árboles parecen disputarse un lugar en el apretado espacio libre y la Cascada de los Cántaros cumple el interminable ciclo. La caída de sus aguas al estrellarse contra el lecho rocoso va salpicando el bosque, y midiendo su fuerza con el pacífico entorno. Tres miradores brindan una perspectiva alucinante y aparecen otros saltos, interrumpiendo la monotonía del entorno. Una vuelta del camino premia el esfuerzo de los turistas que han vencido los 600 metros de trayecto hacia el interior del bosque: la Laguna Los Cántaros con sus aguas claras y apacibles. En la orilla opuesta está Puerto Blest.A pocos minutos de navegación lo alcanzamos. Un punto estratégico para quienes intentan acceder por tierra al Cruce Internacional de Los Lagos, por el paso Vicente Rosales. Ruta muy transitada por los excursionistas que se proponen llegar en breve tiempo a la localidad chilena de Puerto Alegre.
UN PUERTO DE ESPERANZA
PUPPY CASTELLÓ HERRERA , periodista y fotoreportera cubana de Tribuna de La Habana www.tribuna.co.cu/ y Centro de Información de la Prensa ( CIP ). www.cubahora.co.cu/
El Habanero www.elhabanero.cubaweb.cu/ Semanario Financiero, Comercial y Turístico de Cuba www.opciones.cu/ Revista Mar y Pesca http://www.cubamar.cu/marpesca/ Sendas la Revista de Transporte de Cuba http://www.sendasweb.cu/, entre otros medios.
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